Estamos ante una de esas
películas en la que cualquier parecido entre su contenido y la carátula del VHS
es una forzada y premeditada coincidencia… EL ASESINO DEL CEMENTERIO ETRUSCO.
Y es que los italianos jugaban
mucho a eso. A realizar carátulas maravillosas que encerraban en su interior bodrios de
campeonato.
Este film, sin ser un bodrio de
campeonato, si podría quedarse como bodrio a secas.
Fue dirigida, en 1982, por Sergio Martino, ese director
italiano obsesionado por los seudónimos (firmó películas bajo nombres como
Julian Barry, Martin Dolman, Serge Martin o George Raminto) y buen artesano
especializado sobre todo en el Giallo (dirigió películas adscritas
a esta temática como Todos los colores de la oscuridad (1972),
El
escorpión con dos colas (1982) o Mozart es un asesino (1999)…) y el exploited scifi (Mondo Sex (1969), La
montaña del Dios Caníbal (1978) o 2019, Después de la caída de New York (1983)…)
La trama parece gestada tras una
juerga de marihuana caducada (en el guión metieron mano hasta seis guionistas,
alguno incluso no aceditado), pero eso también es un sello típico de las
italianadas fantásticas ochenteras de cartón-piedra. La mujer de un arqueólogo
que acaba de morir, en extrañas circunstancias, en unas excavaciones de un
cementerio etrusco en Italia, comienza a tener sueños premonitorios y a sufrir
extraños fenómenos a su alrededor. Tras varias peripecias, descubre que todo
está relacionado con las excavaciones en las que trabajaba su marido, y con
ella misma, vinculada a una antiquísima leyenda etrusca, adobada con sectas de
por medio y asesinatos rituales a cual más sádico e increíble…
Entre los protas de este producto
destacan John Saxon (actor de
extensa y dilatada filmografía en la que sobresalen títulos como Planeta
Sangriento (1966), El Jinete Eléctrico (1979), Pesadilla en Elm Street (1984)
o Superdetective
en Hollywood III (1994)).
También Van Johnson (el célebre actor de producciones
de la Metro Goldwyn Mayer de los años
40 y 50) que aquí, obviamente, hace un trabajo meramente alimenticio, o más
bien, necesitaba pagarse la residencia de ancianos y esta peli la ofreció la
solución a sus evidentes problemas económicos…
Forman parte del elenco, además,
rostros comunes del exploitation
transalpino como Paolo Malco, Claudio Cassinelli o Elvire Audray…
A pesar del punto de partida, y
del atractivo que, a priori, puede ofrecer una temática inspirada en la
civilización etrusca, la película transita entre diálogos ridículos e
impostados, con demasiada palabrería ocultista y “mágica” que ralentiza la
acción hasta el hastío absoluto, planos absurda y pretenciosamente “simbolistas”,
e interpretaciones que tratan de salir del atolladero como mejor pueden…
La BSO no ayuda a mejorar las sensaciones, desde luego.
Aunque el desenlace bien merece
que no os durmáis durante los ochenta minutos anteriores (algunos médicos
recomiendan esta película como sustitutivo del “contar ovejitas”), para, al
menos, disfrutar de un giro final delirante, ingenioso, aunque algo forzado, y
una apoteosis que podría asemejarse a una bacanal donde participaran Rappel,
Octavio Acebes y la Bruja Lola dopados con anfetas y anís del Mono…
Si la veis por ahí, pilladla sin
dilación. Y avisad, por favor…
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